Querido paciente:
El pasado 1 de febrero de 2019 transcurrieron 30 años de forma continuada contigo. Aunque yo llegué unos meses antes en diciembre de 1987, cuando arribé para cubrir una baja laboral de un compañero, volví en varias ocasiones en ese intervalo hasta que me asignaron un cupo de pacientes, donde estabas tú.
Disponer de este atributo hace que te conozca mejor a ti cuando padeces una enfermedad, que a las enfermedades que te acechan (W.Osler).
Durante estos 30 años alrededor de mi mesa de la consulta han girado muchas circunstancias y actores: como el inicio del cambio organizativo en atención primaria, el cambio de modelo de guardias (de localizadas en el domicilio personal a centralizadas en un punto de urgencias), han cambiado consejeros de sanidad, gerentes, directores de área, directores de zonas básicas, han ido y venido algunos enfermeros, han cambiado los protocolos, las guías clínicas, los objetivos asistenciales.
Se han modificado los motivos de consulta a medida que pasaban las generaciones por mi mesa, se ha modificado totalmente la paciencia del paciente pudiéndose llamar en la actualidad «ahorientes» (pacientes que consultan al menor síntoma y sin esperar) con la carestía de la paciencia necesaria para curar la enfermedad, como antaño.
Han llegado la eSalud, las TICs, la receta electrónica, las Apps de salud, la historia digital, los pacientes empoderados, el dr.Google que han cambiado la visión del futuro de la atención médica.
Desde el 1 de febrero de 1989, he seguido contigo, hasta la actualidad, otros se fueron, cambiaron, vinieron y consultaron, murieron, convalecieron, sanaron, resucitaron, estuvieron y se fueron, te cambiaron. Pero tú y yo hemos permanecido fieles estos años, con confianza mútua, con responsabilidad, sintiendo que mis visitas a tu casa te reconfortaban, que mi mirada a tus ojos te daba confianza para contarme tus secretos, que mis incertidumbres respecto a tus síntomas me animaban a crecer en preparación técnica y conocimientos. A pesar de todos estos años, cambios y circunstancias que nos han rodeado, nuestra relación de paciente-médico en la silla de la consulta o de tu casa, en lo íntimo de las consultas secretas de la enfermedad social o familiar que te han rodeado, en las miradas que hablan, en los silencios escandalosos de la consulta médica, en el roce de nuestra manos al entregarte pañuelos para secar las lágrimas de tus historias, esos no han cambiado, ni cambiarán porque son los pilares de nuestra relación, la relación de un médico y su paciente.
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