Ser médico rural implica pertenecer a la comunidad a la que asiste, existen infinidad de razones que diferencian este tipo de atención de la Medicina familiar y comunitaria. La sensación de pertenencia al mundo rural se hace patente en el modelo de relación con nuestros pacientes.
Conocer a la población de manera más íntima y empática, nos hace ser partícipes de los vaivenes de los pueblos, pedanías y situaciones excepcionales que acontecen. Tras un tiempo, dejamos de ser el médico del pueblo para sentirnos integrantes de pleno derecho de la comunidad.
Este tipo de desarrollo profesional acaba teniendo una sinergia exponencial con la población. Si además tenemos la suerte de llevar varios años en la misma consulta, la experiencia acaba desarrollando relaciones de mayor intimidad con nuestros pacientes, somos a la par, médicos, confidentes, psicólogos, curas, consejeros matrimoniales, en definitiva, pilares de la comunidad a la que nos adscribimos.
Al principio la responsabilidad es abrumadora, pues no sólo la Salud de nuestra población depende exclusivamente de nosotros y de nuestro buen hacer, sino que se nos acaban planteando cuestiones que poco o nada tienen que ver propiamente con la Medicina pero que sí pueden influir en el desarrollo y promoción de la Salud.
Todos los que hemos trabajado en el ámbito rural, sabemos que cuando cambiamos de población, parte de nosotros se queda en el pueblo. Suplimos la escasez de medios con las actitudes colaborativas de los pacientes, nuestras redes sociales que nos proporcionan la información de primera mano de nuestra población tienen nombre propio, conocemos la profesión, familia cercana y vicisitudes de la mayor parte de nuestra población. Este grado de cercanía, bien entendido, nos facilita nuestro trabajo y nos implica emocionalmente de tal forma que nuestro Universo vital acaba englobando a la población: Lloramos las pérdidas, sentimos el dolor y acompañamos a nuestros pacientes en los estadios vitales.
Pero como no todo es color de rosa, ser médico rural presenta unas implicaciones diferentes a la Medicina en el ámbito hospitalario o de poblaciones de mayor envergadura: En medios técnicos y diagnósticos, existe una mayor limitación por ser poblaciones con mayor distancia a medios hospitalarios, la pregunta “¿Doctor, realmente debo hacerme esta prueba?”, está a la orden del día. El valor de la promoción de la Salud, según la población, es, algo inexistente, siendo habitual, que nuestros pacientes acuden cuando su dolencia les acaba afectando a su situación laboral, no cuando notan cambios en su cuerpo o fisiología, sino cuando interfiere en sus prioridades.
La propia idiosincrasia de las poblaciones rurales, alejadas de núcleos poblacionales, otorga un microclima médico, donde el “Ars Medicae” cobra una nueva dimensión, conocer el tipo de desarrollo laboral predominante en la población permite adelantarse a las patologías venideras, flujos de pacientes e incluso a las poblaciones estacionales que acuden a visitar familiares en épocas estivales.
No puedo dejar de recordar, el agradecimiento permanente de una población que nota tu esfuerzo, alaba tu profesionalidad y que confía en ti. Esa sensación de sentirse querido, amado, respetado y considerado es impagable.
Debido a las condiciones laborales adversas que atender a una población rural requiere, excesivo kilometraje diario, falta de medios técnicos, menor desarrollo profesional y de actualización, sumado a que económicamente no se estimula en absoluto el trabajo en este tipo de poblaciones, está empezando a desmembrar la Medicina Rural como la conocemos. Es probable que de aquí a unos cuantos años, esos consultorios periféricos acaben vacíos por la dejadez de las Administraciones.
Es triste que nuestros jóvenes médicos no conozcan la Medicina más auténtica, la de la cabecera del enfermo, la de acompañar en todas las etapas y saberse responsable de las vidas de nuestros pacientes de un modo cercano y profesional.
El paquete de estímulos necesario para reactivar estas poblaciones debería incluir, facilidad para el acceso a dichas comunidades. Hace tiempo existían por parte de los Ayuntamientos, casas destinadas al acomodo de médicos y maestros, que sobre todo durante las primeras instancias, hacían de casa de acogida inicial.
Recordemos que, en la Medicina rural, nuestro aliado y único compañero suele ser nuestro enfermer@, no existen, como en otros centros de mayor magnitud poblacional, otras categorías profesionales cercanas. Se suele constituir un binomio de Salud, necesario, pues en ocasiones nuestros compañeros son nuestros ojos y oídos para filtrar la auténtica patología y haríamos bien en conservar la mejor relación profesional y empática posible, pues repercute directamente en la Salud de nuestros pacientes.
Es, por tanto, la temporalidad en estos puestos de trabajo, tanto para médicos como enfermeros, parte de la muerte anunciada de la atención en estas poblaciones rurales. La dinámica de atención correcta se consigue tras un establecimiento de meses en la consulta, ganar la confianza de los pacientes, integrarse y ser uno más, es a día de hoy, una entelequia debido a la eventualidad de la contratación.
Son necesarias medidas encaminadas a equilibrar la correcta formación y actualización, potenciación de las rotaciones rurales durante el periodo MIR, sustitución de los compañeros ante incapacidades, cursos, salientes de guardia, es decir, debemos exigir a la Administración que la cartera de Servicios no se vea mermada por las distancias a Hospital.
En el orden de las retribuciones, debemos recalcar que un médico rural presenta un kilometraje mayor a su lugar de destino, con malas comunicaciones, desgaste del vehículo y mayor tiempo en carretera. Hecho que no se contempla en complementos como el de “Factor de Riesgo y penosidad”. Es decir, que a pesar de realizar un trabajo que requiere un mayor esfuerzo y dedicación, la Administración no premia de forma alguna que los profesionales se impliquen.
Teniendo en cuenta que, en estas poblaciones, no sólo se atienden adultos, sino niños, embarazadas, cirugía menor, cribados poblacionales diversos, actividades preventivas, charlas en colegios y un sinfín de patologías que siempre pasan previamente por el médico de familia, se puede concluir que la actividad profesional es siempre más diversa y cada día nos preparamos y asumimos esta variabilidad con buena cara y con una sonrisa, siempre alentados por nuestra población.
Desgraciadamente este tipo de Medicina y de atención desaparecerá, quizás porque económicamente no sea rentable para la Administración, quizás porque el prestigio profesional hospitalario atraiga a la juventud médica con fuerza. Es una crónica de muerte anunciada, con años de antelación, la des provisión de medidas que atraigan a nuestros jóvenes médicos a la medicina rural, dejará poblaciones sin esa atención tan necesaria y sin esa Medicina, donde la implicación, el trato amable, el reconocimiento y la satisfacción personal han sido el estímulo más importante para permanecer y disfrutarla.
Antonio Ruiz Salguero. Médico de Familia. Alicún de Ortega. ZBS Pedro Martínez. Granada
Delegado Sindicato Médico de Granada (SIMEG)
La médica rural llega hasta el hogar más alejado del municipio más pequeño y aislado.