Soy médico rural. Más aún, soy médico de pueblo, aunque actualmente esté en tareas de gestión. Me gusta la medicina rural porque es la esencia de la medicina. Donde se atienden personas, personas con enfermedades, pero también otros muchos problemas. Otros problemas que nos cuentan, nos relatan y que nos hacen partícipe de sus vidas.
En 33 años de carrera profesional he estado en muchos sitios: 10 años en urgencias hospitalarias, 6 meses contribuyendo a crear una unidad de hospitalización a domicilio, 13 años en emergencias (061), compatibilizando con una residencia de ancianos, durante un 1 año, y en urgencias hospitalarias 2 años. Hace 9 años empecé en un consultorio rural. Bueno, uno no. Eran 6 consultorios en 3 ayuntamientos. Haciendo solo entre ellos 6.000 km anuales por todo tipo de carreteras y diferentes condiciones ambientales (lluvias torrenciales, nieve, calor extremo), en unas poblaciones a una altitud de entre 700 y 900 metros sobre el nivel del mar en el extremo oeste de La Rioja, lindando con la llamada Riojilla Burgalesa.
Nada raro en un médico rural.
Siempre me enorgullezco de presentarme en todos los foros como un médico rural o médico de pueblo. Es lo que me gusta y lo que siento.
Nunca he hecho medicina de atención primaria en el ámbito urbano, pero tengo el pálpito que no sería lo mismo. Y no lo digo por los presentes que muchas veces te entregan los parroquianos en la consulta y que exceden la denominación de dádiva. Lo digo porque cuando entras en la consulta del pueblo es como si estuvieras en tu propia casa y con tu familia. Y eso es lo que hace ganar a la medicina rural con respecto a la urbana.
La medicina rural es como una droga, engancha desde el primer minuto y produce una dependencia que hace que, incluso cuando no trabajas, estés preocupado por las personas de la zona y quieras saber cómo están.
Envidio mucho a gente como Ángel que vive en el pueblo y lo recorre en bicicleta. Es lo único que me falta para ser un verdadero médico rural.
Aunque ahora estoy alejado de ese tipo de medicina, una de los proyectos en los que trabajamos es en un plan de acción rural para contribuir a mantener en los pueblos de La Rioja no solo los consultorios sino una asistencia de calidad y con medios que garanticen a la población la misma accesibilidad que en el entorno urbano.
Podría estar contando durante horas y días multitud de anécdotas de estos años recorriendo los pueblos: desde el nacimiento a la muerte de personas; salvar vidas, pero en otras no poder; diagnosticar males incurables, pero en otros ser certero en el diagnóstico clínico de situaciones que pueden ser recuperadas, aunque sean graves, como infarto agudo de miocardio o bloqueos AV completos, incluso paradas cardiacas recuperadas por fallar el marcapasos, e incluso tener que intubar en la consulta a un paciente con un neumotórax a tensión. Muchas situaciones, sobre todo las urgentes, que hemos podido manejar gracias a la experiencia previa.
Pero no solo esto es atrayente en la medicina rural. Las personas tienen nombre y te acuerdas de cada uno de los mismos, de sus familias y se su estado anímico. Además, ellas y ellos te conocen, y cuando te ven bajo o cansado te ayudan y te dan alientos.
Y, como no, el equipo básico de personal médico y enfermero en el ámbito rural (también en el urbano) es fundamental. Un equipo que se complementa, que uno puede hacer lo del otro y otro lo de uno, que nos ayudamos, que sabemos lo que pensamos, como un matrimonio bien avenido. Nunca había visto a nadie saber lo que pienso o lo que voy a hacer como la enfermera rural (Blanca), con tanta rapidez y audacia, a pesar de que viniendo yo de un entorno como el 061 donde la coordinación es fundamental estaba acostumbrado a esto. Pero no es lo mismo.
Y la tercera pata de la mesa, la farmacia rural, donde el entendimiento entre los tres pilares (medicina, enfermería y farmacia) es lo que hace llegar a altas cotas asistenciales a la medicina rural.
Por eso, y por otras muchas cosas más, por ese cariño a lo rural, a sus gentes, a los forasteros o los parroquianos que vuelven, a los peregrinos, a todos lo que están ahí, viviendo en los pueblos, trabajando en los pueblos y contribuyendo a mantenerlos, por todo eso y mucho más, me gusta la medicina rural y estoy deseando volver a hacerla.
Tan simple como eso.
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