Hace unas fechas atendí a un paciente por una cervicalgia sin síntomas de alarma, lo exploré presencialmente y le puse un tratamiento, el paciente no quedó conforme y me solicitó pruebas complementarias, insistí en que por ahora no estaban indicadas. A la semana realicé una llamada telefónica para revisión, el paciente me comentó que se había realizado una Resonancia Magnética (RM) y quería enseñarme la imagen que le habían mandado al movil para interpretarla.
Cuando llegó a la consulta, miré la RM y observé al paciente y no me lo podía creer. Pregunté si la RM era suya y si se había dando un golpe recientemente, a las dos preguntas me respondió que sí. Me levanté, y le inmovilizé inmediatamente el cuello, su mujer se desmayó, sería al verme a mi la cara. Envié al paciente a un Hospital de 3º nivel donde le repitieron la RM, por discordancia clínico radiológica, que resultó normal.
El paciente se había dado un golpe contundente, pero sin causar lesión, ante los deseos que tenía de hacerse pruebas complementarias, aprovechó para hacerse una prueba de imagen que no había visto ningún médico hasta que llegó a mi, y que le habían mandado telemáticamente, era de otro paciente. Se produjo un incidente sin daños, por una mala identificación del paciente.
El 29 de mayo de 2019, la OMS declara la seguridad del paciente como una prioridad de salud pública mundial, y el día 17 de septiembre como el Día Mundial de la Seguridad del Paciente. (https://www.who.int/patientsafety/en/). La seguridad del paciente es una estrategia básica de cualquier sistema sanitario cuya finalidad es alcanzar la excelencia clínica y la mejora continua de la calidad en la atención. Se entiende por seguridad del paciente la ausencia, para un paciente, de daño innecesario o daño potencial asociado a la atención sanitaria.
En atención primaria, ahora con las consultas por teléfono, es necesaria la implementación de uno de los primeros objetivos en la estrategia de seguridad como es: «la mejora de la identificación del paciente«.
Otra cosa importante que echo en falta es el desarrollo de prácticas clínicas seguras en cualquier ámbito de la atención, incluido el ámbito rural. Se han establecido circuitos «Covid y No Covid», para atender pacientes con sospecha previa de la enfermedad o por otras causas, habiendo unos profesionales con una protección adecuada de entrada en cada uno de los circuitos, en los consultorios rurales no, es el profesional el que se convierte en circuito y se atavía o no dependiendo de lo que venga, con los riesgos que eso supone.
También detecto debido a la falta de personal, acúmulo de cupos de otros profesionales por ausencias y la consiguiente sobrecarga laboral, debido a decisiones u omisiones de responsables políticos y/o gestores, posibles errores asistenciales y decisiones que pudieran ser éticamente discutibles y que pudieran poner en peligro la vida de los enfermos, por ejemplo cuando debes dejar pacientes sin atender o demorar una visita o aviso domiciliario.
Con las consultas telefónicas además, muchos sanitarios nos estamos habituando a la deshumanización de los cuidados, por la falta de contacto cara a cara, cambiando sustancialmente la relación médico paciente, a una relación médico-paciente a distancia.
Está claro que esta pandemia que perdura en el tiempo, está cambiando muchas cosas de nuestra vida de hace un año, ¿está también cambiando la forma de abordar las estrategias de seguridad del paciente, y la relación del médico con su paciente?
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