Los médicos consideramos los síncopes patologías espectaculares y llamativas pero casi siempre benignas y autolimitadas. Cuando como consecuencia del síncope se producen otras lesiones graves la cosa varía, si además lo sufre un hijo del único médico disponible en el pueblo, entonces todo se magnifica y se produce una de las situaciones más escalofriantes que se pueden vivir como médico y como padre y se alcanza un grado nuevo en tu profesión.
Transcurría el último día del año y a mí me tocó pasar la consulta de esa mañana, cuando esto ocurre en días señalados como es el de nochevieja voy ataviado como se merece, con chaqueta, corbata, vaqueros y en bicicleta. La consulta transcurría como otras, a veces demasiados pacientes por patologías benignas y autolimitadas que no necesitaban intervención médica, solo autocuidados. A última hora recibí una llamada de mi hija menor: «papá a ver si puedes venir que mamá se encuentra mal, está desde que se levantó con vómitos y fiebre», los días anteriores mi otra hija había estado con un cuadro gripal típico: gran quebrantamiento general, dolor de garganta, tos, mocos, fiebre y cefalea, que estaba dando sus últimos coletazos. Le contesté «espera un poco que voy a terminar de ver los pacientes que me quedan», asomándome a la sala de espera vi que eran dos, que resultaron ser un trámite burocrático y un problema banal.
Cuando concluí de atenderlos y me monté en la bicicleta, empezó a sonar de forma continuada mi teléfono móvil que llevaba en el bolsillo del pantalón, como iba en una cuesta abajo y necesitaba frenar con ambas manos, no podía coger el teléfono. En el punto justo que terminaba la cuesta me abordó un coche a una velocidad poco usual, era mi vecino que me dijo con cara pálida, «ve a tu casa corriendo», aunque no me dijo porqué, yo sabía por su expresión que algo grave había ocurrido.
Me dirigí hacia mi domicilio con todo el empuje que permitían mis piernas transmitir a los pedales, tardé menos de un minuto en llegar a la explanada de mi casa, allí vi un montón de vecinos consolando a mi hija menor que lloraba desesperadamente, tomé esa dirección, pero me dijeron rápidamente que allí no estaba el problema. Al ir subiendo por las escaleras y las habitaciones de mi casa, las personas que estaban ayudando me iban señalando con caras poco alentadoras donde estaba el drama. Mi hija mayor había sufrido un síncope vasovagal al levantarse de la cama e ir a ayudar a su madre que estaba vomitando, con la mala suerte que al caer dio directamente con la cabeza en el suelo.
Al llegar a la puerta del cuarto de baño oí los gritos de su madre que me contó lo que había ocurrido y el movimiento con las manos y pies que había hecho (postura de descerebración) y después nada. La miré a ella, tumbada en un rincón, ojos abiertos, pupilas dilatadas y mirada perdida, palidez marmórea, no había sangre por ningún sitio, me acerqué y comprobé que no respondía y que no respiraba. Reaccioné como cualquier padre ante la escena, la abracé y la acerqué a mi pecho, en ese preciso momento se abrió casualmente la vía aérea y respiró. Un joven bombero que acudió a ayudar, me tocó el hombro y dijo «Ángel haz lo que tengas que hacer que yo te ayudo», a partir de ese momento empecé a actuar como médico, el único que había disponible en los alrededores.
Estabilicé la apertura de la vía aérea, comprobé que respiraba y que su corazón latía, aunque no tenía pulso radial, por lo que deduje que su tensión arterial sistólica, estaba por debajo de 80 mmHg y necesitaba coger una vía venosa, llamé por teléfono al enfermero que trabajaba conmigo ese día. Canalizó la vena y seguí con la exploración, el Glasgow era bajo, al principio menor de 8/15, entonces llamé al centro coordinador de emergencias para que enviase una ambulancia de traslado, cuando esta llegó le pusimos oxígeno ya que su saturación estaba por debajo de 90, miré sus oídos con un otoscopio y vi un hemotímpano, miré tras esa oreja y detecté un tenue hematoma (signo de Battle), diagnostiqué lo peor porque intuí una fractura de base del cráneo.
Me volví a levantar de la escena para llamar por teléfono al centro coordinación de urgencias y emergencias sanitarias, me identifiqué y solicité razonadamente un helicóptero para el traslado a un hospital con especialidades neuroquirúrgicas. Inmovilizamos cuello y trasladamos a la ambulancia para dirigirnos al helipuerto de mi pueblo, mi hija tenía en ese momento sorprendentemente un Glasgow de 15/15, permanecía con amnesia. Afortunadamente el médico del helicóptero decidió, siguiendo mis argumentos, trasladarla al hospital neuroquirúrgico y no al comarcal que le correspondía.
A mi llegada a las urgencias de ese hospital tras una hora de viaje en coche, mi hija estaba en una camilla con el suero que le habíamos puesto y una gafas nasales con oxígeno, estaba sorprendentemente muy bien, ya le habían hecho el TAC. Fui a la sala de radiología y me identifique como médico y el padre de la paciente por la que preguntaba, vi entonces el gran hematoma epidural que se estaba formando y la fractura parieto-occipital y transversal del peñasco, me vine abajo de nuevo al comunicarlo a mi familia y amigos que estaban ya allí.
La pasaron a observación y durante esa tarde-noche estaba cada vez más dormida, en la revisión de las 3 de la madrugada del 31 de diciembre al 1 de enero, la neurocirujana decidió oportunamente que había que hacer otro TAC, en este, el hematoma epidural había crecido y desviaba ya la línea media del cerebro, así que a las 4 de la mañana de un 31 de diciembre mi hija entró en quirófano, a partir de ahí y en los meses siguientes todo fue bien hasta la recuperación casi completa de ahora.
Ese mismo día la Comisión Municipal de Salud y Sanidad de Wuhan (provincia de Hubei, China) informó sobre un agrupamiento de 27 casos de neumonía de etiología desconocida, comenzaba la pandemia del SARS-CoV-2, comenzaría otra nueva experiencia en mi vida, tras mi nueva graduación profesional.
No sabía nada Ángel. Me alegro muchísimo de que todo haya salido bien. El tratar a un/a hijo/a tiene un mérito enorme al tener que mantener una calma y concentración que no todo Médico es capaz de sacar a flote. Felicitaciones múltiples. Un abrazo
Gracias amigo, una experiencia no deseable de vivir.
Estimado Angel.Te agradezco que compartas esta historia íntima.Hace 5 años, estaba en la consulta en Getaria.A la mañana había tenido que dejar a mi marido solo en casa, ese día no tenía turno de trabajo.Pero yo sí, 7 y media de la mañana, tenía que ir a mi consulta, estaba sola, muchos citados, y él dos horas antes con diarrea y vómitos.Sin fiebre, exploración normal.Parecía una leve diarrea vírica.Tenía vía oral.Preparé suero, dí consejos, pedí a una amiga que pasara a ver qué tal iba todo, y preocupada me marché, siempre la obligación lo primero.El quedó a 5kms, en casa,solo.
11 de la mañana.Un paciente en la consulta, llamada asustadísima de mi amiga: «Angel se ha caído al suelo, se ha golpeado fuerte en la cabeza y no me responde».Mi marido Ángel, mide 185.
Dejé al paciente con la palabra en la boca, salí corriendo y fui por la carretera de la costa con una sorprendente mente fría y tranquilidad.Con el manos libres llamé a emergencias, a su Medica, a casa contínuamente.Cuando llegué ya estaba la ambulancia y él mucho mejor,Glasgow 14.Por suerte, el TAC fué normal.
Al leer tu historia comprendo que pudo haberle pasado lo mismo.Qué angustia, además una hija! Qué suerte que fueras su padre y su Médico! Graduación con Matricula de honor
Son situaciones duras, pero ¿que podemos hacer en esas circunstancias más que actuar como médicos?
Enhorabuena y suerte a su hija.
Difícil estar serena cuando ves como se te mueren pacientes, en 0lanta Covid19, viendo como se les va la vida, sin que den resultados todas las actuaciones pertinentes. Al final te sientes como en una disputa con Dios, EL ha decidido llevárselo y yo intento que siga con nosotros un poco más. Pierdo yo en este juego.
D. Angel solo aquellos que hemos pasado por situaciones tan dramáticas como esa sabemos darle desde entonces, a cada momento y a cada situación la importancia que realmente ha de tener. Tiene usted la profesión que eligió y gracias a ello su pueblo disfruta de un magnífico profesional entregado y bondadoso como pocos. Espero y deseo que hoy por hoy pueda estar disfrutando de sus hijas y todo haya quedado en una pesadilla. Un fuerte abrazo. Nos vemos muy pronto si Dios lo quiere.
Gracias Miguel Ángel
Esto es sólo un recuerdo, verdad Doctor?
Espero y deseo que sea así.
Cuidaros todos mucho.
Abrazos para todos y VIVA ESPAÑA Y VERDE.
Así es Manolo, ya solo un recuerdo
Ánimo Ángel: por el Covid, mi mujer perdió el conocimiento 2 días seguidos con sistolicas de 70 , es angustioso , pero ejercer con lo s tuyos en estas situaciones tiene doble carga emotiva